Descripción del documento

El golpe de Estado de julio de 1936 no triunfó sin encontrar resistencia. A
pesar de lo que, durante décadas, dijeron los golpistas y sus divulgadores:
fracasó en gran parte del país. En Andalucía, en media región: desde febrero
de 1937 quedó dividida por un frente que la cruzaba en diagonal.
Desde el vértice cordobés-pacense hasta Motril, en la costa granadina.
En Sevilla la propaganda golpista presentó la ocupación de la ciudad como
un golpe audaz, en el que el arrojo de sus jefes —entre ellos Queipo— se
jugaron la vida para neutralizar a las autoridades y a las masas obreras de
«Sevilla la Roja». La imagen que durante años prevaleció fue la de unos camiones
de «moros» que daban vueltas constantemente por la ciudad engañando
a miles de trabajadores desorganizados y temerosos de la fiereza
de las tropas coloniales. La realidad fue bien distinta.